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Hombre de Las Vegas nacido en la frontera luchó dos veces contra el gobierno para para demostrar que es ciudadano estadounidense

Michelle Rindels
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Luz Gray
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En EspañolInmigración
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Immigration attorney Eva Garcia- Mendoza, with her client Mario Escobedo

Esta nota fue traducida al español y editada para mayor claridad a partir de una versión en inglés que aparece en de The Nevada Independent.

El 20 de mayo en una corte de Las Vegas finalmente se estableció que Mario Escobedo González, de 51-años, nació en los Estados Unidos.

Esa declaración no fue poca cosa para Escobedo, a quien se le ha negado educación, se le mantuvo alejado de su madre enferma, y hasta fue encarcelado porque se cuestionaba si él nació al Norte o al Sur del Río Grande. 

Las dudas acerca de su acta de nacimiento, que se complicaron por la sospecha del gobierno acerca de nacimientos asistidos por parteras a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, lo sometieron a un proceso de deportación hace tres décadas y, por esta razón el Departamento de Estado le negó el pasaporte en 2015.

“Realmente es una situación rara”, dijo su abogada, Eva Mendoza, durante una entrevista reciente en sus oficinas de Las Vegas. “Ellos no lo pueden deportar, pero él no puede salir de los Estados Unidos porque no tiene un pasaporte estadounidense. Entonces, es como un hombre sin país”.

Ahora Escobedo ha sido reivindicado, puede seguir la vida que ha disfrutado en Las Vegas desde 1990 y viajar libremente al país donde creció.

“Desde la primera vez que pasé [a los Estados Unidos] yo sentí que aquí era mi tierra”, dijo. “Aquí va a ser toda mi vida, con mis nietos… aquí estamos viviendo muy felices”.

Mario Escobedo González el miércoles 21 de agosto de 2019. (Foto: Jeff Scheid / The Nevada Independent).

La historia de Escobedo inició una noche de 1968 en una pequeña casa en Brownsville, Texas, de acuerdo con archivos de hechos aprobados en la corte federal. En cuanto supo que el nacimiento de Mario era inminente, su madre viajó por la frontera de Matamoros, usando la identificación de una amiga.

Los Escobedo querían aprovechar una ley que permitía a niños nacidos en los Estados Unidos patrocinar a sus padres y así obtener estatus legal en este país (la ley permite a niños ciudadanos estadounidenses solicitar a sus padres hasta que alcanzan los 21 años). 

El padre de Escobedo ya tenía estatus legal porque era parte del programa Bracero, que se creó en 1940 para traer trabajadores mexicanos a los campos de los Estados Unidos.

Los padres de Escobedo habían viajado dos días en autobús desde la pequeña ciudad de Apozol, Zacatecas, hasta Matamoros, porque su madre estaba embarazada y tenían que esperar varias semanas más en el lado mexicano de la frontera hasta que llegara su turno. 

Una partera llamada Alejandra Hernández ayudó a traer al bebé al mundo a la 1 de la mañana y le consiguió un acta de nacimiento de Texas.

Después cruzaron de nuevo a México. Ya en Matamoros, se encontraron con un conocido de su ciudad natal a quien le informaron del nacimiento de Mario.

Sin servicio telefónico en su pueblo, y gracias al mensaje que comunicó ese conocido al Sur de México, se dio a conocer la noticia.

Pero el entusiasmo por la llegada del bebé aparentemente fue mucho más allá. Un pariente llamado Doroteo Durán registró el nacimiento con las autoridades mexicanas sin el permiso de los padres de Mario, documentando el nacimiento de un “Martín Escobedo” el 15 de febrero de 1968, en Apozol, de acuerdo con documentos de la corte.

Mario no supo nada de esa acta de nacimiento mientras crecía en México, pero eso lo marcaría durante gran parte de su vida adulta.

La abogada de inmigración Eva García Mendoza, con su cliente Mario Escobedo González el miércoles 21 de agosto de 2019. (Foto: Jeff Scheid / The Nevada Independent).

A los 17 años, Mario intentó ingresar a los Estados Unidos por Laredo, usando su acta de nacimiento de Texas. Pero fue interrogado por el oficial en la frontera, quien le negó la entrada.

Meses más tarde, volvió a entrar por vía aérea a este país a través de Houston. Otra vez presentó su acta de nacimiento de Texas y esta vez sí fue admitido, pero cuando trató de solicitar un pasaporte, fue sometido a un proceso de deportación. El gobierno consideró que su acta de nacimiento era fraudulenta.

“Me acuerdo muy bien”, dijo. "Estaban dos tipos grandes y me dijeron ‘¿Sabes qué? Dinos la verdad, o te vamos a echar cinco años a la cárcel”.

Todo parece indicar que Alejandra Hernández — la partera de 70 años quien asistió el nacimiento de Escobedo — admitió bajo juramento a un investigador de inmigración en 1968 que ella había falsificado el acta de nacimiento de un niño llamado Juan Carlos de León y dio información contradictoria acerca de cuándo dejó de asistir partos. 

A Hernández se le concedió libertad condicional y una multa de $50 dólares por dar información falsa.

Ese caso afectó el caso del nacimiento de Escobedo, quien permaneció en un centro de detención de inmigrantes en Houston durante dos meses, y con una fianza de $10,000 dólares que no podía pagar.

Posteriormente, un juez redujo la fianza a $1,000 y ordenó que, debido a la confusión en el caso, su madre debía declarar ante la corte. Un tío prestó el dinero para pagar la fianza.

“En el [año] 87 sí me pasó todo por encima, como un tren”, dijo. “Así sentía, pesado”.

Durante su proceso de deportación, el gobierno indicó que había una marca en su acta de nacimiento y que Hernández afirmó no haber prestado sus servicios en un parto; aunque no mencionó específicamente que se trataba del de Escobedo.

Durante el juicio, la madre de Escobedo declaró acerca de su viaje desde el Sur de México a los Estados Unidos, de la casa en la que nació, y que ella no había autorizado a su cuñado Doroteo Durán para que presentara un acta de nacimiento mexicana a nombre de su hijo.

“El muchacho ni siquiera sabía la fecha de nacimiento de Mario, porque puso la fecha de nacimiento incorrecta. Ni siquiera sabía su nombre. Puso Martín en esa acta de nacimiento en lugar de Mario”, dijo García Mendoza. “Y en eso se estaba basando el Departamento de Estado, es decir, ‘bueno, tenemos dos actas de nacimiento, entonces no sabemos a cuál creerle”.

El proceso continuó durante gran parte de 1987 hasta que la Juez de Inmigración Stephanie Marks emitió una decisión de 12 páginas, concluyendo que Escobedo había establecido con pruebas claras y convincentes que nació en Brownsville. Declarándolo ciudadano de los Estados Unidos, así cerró el caso.

El gobierno nunca apeló la decisión que entró en vigor 30 días después.

Mario siguió adelante con su vida, mudándose a Las Vegas, y formando una familia. Le aprobaron dos pasaportes, uno en 1995 y otro en 2005, cada uno por 10 años. 

Pero el problema comenzó de nuevo cuando solicitó una renovación en 2015. A pesar de la decisión de la juez de inmigración, el Departamento de Estado empezó a pedir más detalles, y finalmente le negó el pasaporte bajo esos motivos.

El caso de Escobedo no es único. Los nacimientos en la frontera entre Estados Unidos y México han sido objeto de un mayor escrutinio en las décadas recientes. En 1992, el gobierno estadounidense inició una investigación debido a la alta incidencia de fraudes relacionados con la ciudadanía.

La investigación encontró que parteras falsificaron y vendieron alrededor de 900 actas de nacimiento de los Estados Unidos para niños que nacieron en México. Esto llevó a los gobiernos de Bush y Obama a negar pasaportes a personas nacidas con parteras en el Valle del Río Grande, en Texas. 

Eso, a su vez, causó una demanda colectiva en 2008 promovida por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) que acusó al gobierno de negar pasaportes a personas debido a su raza y ascendencia, y porque sus nacimientos fueron atendidos por parteras.

Al año siguiente, el gobierno de Obama y la ACLU llegaron a un acuerdo para implementar procedimientos enfocados a obtener una revisión justa de las solicitudes de pasaporte para los México-Americanos cuyos nacimientos en Texas fueron atendidos por parteras.

Pero el problema persiste. En 2018, The Washington Post informó que la administración Trump estaba acusando a latinos nacidos en la frontera de utilizar actas de nacimiento falsas desde que eran bebés. El Departamento de Estado respondió que la frontera es un caldo de cultivo para ciudadanías fraudulentas. 

Escobedo encontró argumentos similares, y un escrutinio más riguroso. Cuando en 2015 el Departamento de Estado pidió más documentación acerca de su nacimiento, su abogado le envió la decisión que la juez de inmigración tomó en 1987. 

El Departamento de Estado pasó por alto el consejo, y le escribió directamente a Escobedo pidiendo más documentación y utilizando los mismos alegatos que había enfrentado durante el proceso de deportación en 1987. (El Departamento de Estado no respondió a una solicitud de comentarios sobre el caso de Escobedo).

Mendoza pidió las grabaciones del procedimiento judicial de 1987 y pidió su transcripción mientras intentaba demostrar una vez más que Escobedo nació en los Estados Unidos.

El 20 de mayo se efectuó un juicio en el cual Mendoza señaló que la madre de Escobedo estaba muy enferma y él no la pudo ir a ver porque no tenía pasaporte. El juez federal James C. Mahan falló a favor de Escobedo.

“El juez dijo ahí mismo ... ‘él es ciudadano. Quiero que le expidan su pasaporte lo antes posible porque quiero que vea a su madre antes de que muera”, dijo García Mendoza. 

El estado de Texas eventualmente removió la marca en el acta de nacimiento de Escobedo, determinando que el reclamo de Hernández de no haber asistido el parto carecía de fundamento.

Desde hace meses Escobedo ha estado a salvo. Pero la impotencia de que no se le haya creído — y la posibilidad de consecuencias que alteren su vida por perder ante el gobierno — aún le afectan.

“Todavía me siento nervioso”, dijo.


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